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5 mayo, 2021Comisión de Vocación Tecnológica
Por: Mercedes de Prado Camarero, Universidad de Extremadura
El proceso educativo que incentiva a los niñxs a las diferentes elecciones del futuro
Como todo, las decisiones que un/a niñx pueda tomar en un futuro, van a depender de la educación que reciban desde que vienen al mundo. Los niñxs recién nacidos son la viva imagen de la inocencia y la ignorancia. Su papel a desempeñar a esa corta edad no es otro que observar, aprender y desarrollarse conforme a lo aprendido.
La manera más sencilla y entretenida de aprender todas esas cosas nuevas que se nos presentan es jugando. ¿Qué es lo que más gusta a una persona de corta edad a la hora de jugar? Lo que le des. Lo primero que vea. Cualquier cachivache es bueno para entretenerse un rato.
Sin embargo, seguimos dando por entendido que los coches y las cajas de herramientas son para los que consideramos genéticamente niños, y que las muñecas y cocinitas son para esas minipersonitas a las que les ponemos pendientes, dos coletitas y reñimos si no se comportan como lo que consideramos socialmente correcto con respecto a cómo se debe comportar una niña.
Desde el principio hasta el fin de nuestros días, uno de los factores más importantes en nuestra vida cotidiana es el marketing. Esos anuncios y series de televisión, revistas, escaparates… Con esto quiero decir que los padres y madres, en muchas ocasiones, no tienen nada que ver con las decisiones que puedan tomar sus retoños a la hora de jugar o comportarse.
Estxs niñxs están expuestos a una ola de mensajes subliminales. Por ejemplo, las revistas de juguetes generalmente suelen diferenciar los juguetes que socialmente se consideran de niñas, de los de niños; colocándolos así en diferentes apartados y poniendo un fondo rosado o azulado, respectivamente.
Esta es la principal causa de que, posteriormente, estxs niñxs opten por lo que se corresponda más a su anterior aprendizaje. Los niños se sienten más atraídos hacia los coches, las herramientas, etc. Lo que conlleva a interesarse por la mecánica, la física y, finalmente carreras más técnicas. Además de esto, un factor muy importante es el que confíen en ti y te impulsen a hacer aquello que te gusta.
Por otro lado, las niñas, de haber jugado a simular ser mamás y cuidar de un bebé ficticio o incluso jugar a “limpiar”, se declinan más por esa vía de la salud y el cuidado. Y, como se ha mencionado antes, es muy importante que confíen en ti para llevar a cabo lo que te propongas, pero esto no es tan fácil cuando se trata de una mujer. Cuando una mujer opta por hacer una carrera (o cualquier otra formación) que se considera “complicada” o “de hombres”, se rodea de un halo de inseguridad por parte de la sociedad. A su alrededor empezará a haber miradas o comentarios como: “esa formación es muy difícil y no hay apenas mujeres, a ver si no vas a poder con ella”. Comentario que, ni por asomo, le diríamos a un hombre.
Por consecuencia de todo esto, actualmente, sólo un 7% de niñas se ven como científicas en un futuro. Y, desde mi punto de vista, esta es la raíz del problema sobre la desigualdad de género en las distintas formaciones.
Con todo esto, quiero decir que hay que facilitar a lxs niñxs el conocer todas y cada una de las posibilidades que existen, mostrarles todos los caminos que pueden tomar, porque una cosa está clara, y es que no puedes saber si te gusta que te gusta algo si no lo pruebas, no sabes que existe o crees que no vas a poder con ello.
Finalizando esa edad de aprendizaje, se empieza a tener una idea de lo que nos gusta y preferimos. Cuando tenemos que tomar la importante decisión de en lo que se va a basar nuestro futuro, se nos viene una avalancha de dudas y lo último que necesitamos es que no confíen 100% en nosotrxs o estar incómodxs por esa desproporcionalidad. Esta es una de las causas por las que hay personas que, al no tener esa seguridad, no se atreven a meterse en una formación en la cual no esté normalizada su presencia.
Además de esto, otro problema que se nos presenta, sobre todo a las mujeres, es el hecho de que no somos valoradas de igual manera a la hora de la contratación:
La importancia de llamarse John (y no Jennifer)
Así, ponen como ejemplo el contenido de un estudio realizado en 2012 por la Universidad de Yale y publicado por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences. En él se explicaba que los investigadores hicieron llegar a 127 biólogos, químicos y físicos de seis universidades de todo Estados Unidos el currículum de un recién graduado para que valoraran su candidatura para un puesto de jefe de laboratorio en una universidad concreta.
Debían manifestar su opinión sobre las competencias del candidato, así como determinar el sueldo que le ofrecerían si tuvieran que contratarlo y si merecía disponer de un mentor como apoyo o no. A todos los profesores se les envió el mismo currículum –con las mismas notas medias, experiencia, cartas de recomendación, etc– solo que en la mitad de los casos el nombre que figuraba era el de una candidata llamada Jennifer y en la otra mitad se trataba de un candidato, John.
¿Cuál creéis que fue el resultado? En cuanto a la competencia que se les presuponía, el hombre obtuvo una valoración media de 4 frente al 3,3 que dieron a Jennifer (en una escala del 1 a 7) y también lo creían a él más rentable y merecedor de tutoría profesional que a ella. Asimismo, el salario que se recomendaba para John era de 30.328 dólares al año frente a los 26.508 que se proponían para la mujer. El sesgo, según el estudio, parecía ser inconsciente, y no dependía de que el evaluador fuera de sexo femenino o masculino: ambos géneros eran igualmente propensos a mostrar su preferencia por John.
Un padre y su hijo viajan en coche y tienen un accidente grave. El padre muere y al hijo se lo llevan al hospital porque necesita una compleja operación de emergencia, para la que llaman a una eminencia médica. Pero cuando entra en el quirófano dice: «No puedo operarlo, es mi hijo». ¿Cómo se explica esto?
La mujer en el ámbito científico
Hablando genéricamente y a nivel mundial: dentro del ámbito científico, la mujer solo ocupa el 28% de los puestos de investigación.
A pesar de que el número de estudiantes del género femenino aumenta, todavía queda pendiente que las mujeres constituyan los cargos más altos.
Uno de cada cinco países ha alcanzado la paridad de género en la ciencia. Por ejemplo, en Argentina el 52% de los investigadores son mujeres. Sin embargo, a pesar de esto, en el ámbito privado se encuentra una gran diferencia: las mujeres ocupan solo un 18% de los puestos.
Infobae, una editorial argentina, les hizo una entrevista a Paula Casati y María Alejandra Molina, científicas.
He cogido parte de los diálogos de ambas mujeres.
Paula Casati dice: “Somos muchas trabajando. De hecho, en mi equipo hay un solo hombre. El problema se presenta a medida que pasa el tiempo y una crece. Son pocas las que acceden a estos puestos de toma de decisiones. Me gustaría que se pudiera acceder a toma de decisiones importantes y no únicamente estar debajo de la jerarquía.”
Alejandra Molina: “El presentismo en las empresas tiene en cuenta el periodo de maternidad y eso es algo que no puede seguir siendo posible. Todo sería distinto si el hombre tuviera la misma licencia de paternidad, ya que el empleador no optaría por contratar hombres antes que mujeres.
Centrándonos en España
De todos los estudiantes españoles, el 54% son mujeres, lo que supone una pequeña mayoría frente a hombres estudiantes. Pero hay una disparidad de género enorme que presentan una mayoría de hombres o mujeres dependiendo de la formación en la que te centres.
Este es un ejemplo de porcentajes de alumnas de las distintas ramas en el curso 2014-2015:
Educación | 75,7% |
Artes y humanidades | 60,3% |
Ciencias sociales, educación comercial y derecho | 55,9% |
Ciencias | 35% |
Ingenierías, industria y construcción | 29,3% |
Agricultura y veterinaria | 48,1% |
Salud y servicios sociales | 70,9% |
Servicios | 46,3% |